miércoles, 4 de marzo de 2009

UNA TARDE DE LLUVIA, BRASERO Y MELANCOLÍA

“NO SOPORTO LA MEDIOCRIDAD”


Esta es una frase que escuche por primera vez cuando tenía 22 años (quien los recuperara).

Me dejó impresionado, primero por quien me la dijo y segundo por que la primera reflexión que tuve sobre ella, fue de repulsa, denotaba altivez y soberbia, pensé que nunca la utilizaría ni la aplicaría a nada ni a nadie.

Esta frase me ha ido acompañando durante mucho tiempo y como era de esperar ha ido evolucionando su significado y su utilidad.

Me declaro totalmente identificado con ella, pero por supuesto con el significado que para mí tiene ahora y en este momento.

No soporto la mediocridad de las personas que piensan que tienen la verdad absoluta de las cosas y les ciega o más bien no comprenden que pueda haber personas que te sorprendan e incluso te corrijan.

No soporto la mediocridad de los que piensan que la capacidad de crear, de ayudar, de movilizar y de colaborar en la sociedad, está vetada a aquellos que obtuvieron un reconocimiento académico, vamos un Título. Frases como “sí pero con un título llegas a comprender y hacer las cosas mejor, como tiene un título”.

No soporto la mediocridad de aquellos que se regodean de las debilidades humanas, de cualquiera de ellas, por duras y conflictivas que resulten, pero en definitiva debilidades de nuestro ser. Siempre hay que dar una oportunidad a la integración, la evolución y la rectificación de las personas.

No soporto la mediocridad del fundamentalista. Del ultra en cualquier aspecto, mas bien me compadezco de el, pues creo que tiene un auténtico problema con su pensamiento, pues siempre terminara cabreado e incomodando a alguien y nunca alcanzará la plenitud de la felicidad.

No soporto la mediocridad del sistema social y económico impuesto en el mundo, incapaz de solucionar miserias y conflictos que lo único que traen son muerte y desolación ya sean por motivos terrenales, ideológicos o espirituales.

No soporto la mediocridad de aquellos que se hacen valorar y lo único que han realizado es “rentabilizar” la herencia de sus mayores. Normalmente no se dan cuenta que lo que hacen es humillar precisamente esa herencia y comportase contrariamente a lo que le inculcaron.

No soporto la mediocridad de aquellos que intentan opinar encubriéndose en lo que pensaron o dijeron otras personas, me gusta más correr el riesgo de decir y convencer con el pensamiento propio de uno.

En fin y ustedes diréis “vaya tela como esta manué”, pues se despide de vosotros un mediocre o no. Memorias.

1 comentario:

Juan Duque Oliva dijo...

Ojala la mediocridad tuviera tu nivel, "claro como tienes un título".

Menos mal que has vuelto hombre y en pie de guerra, relájate este fin de semana y disfruta.

Saludos